Las obras de reestructuración y ampliación de la Terminal 2 del aeropuerto de Changi en Singapur que se realizaron en 2023, tenían el objetivo de aumentar la capacidad de la terminal existente y la eficiencia de los edificios, para mejorar, al mismo tiempo, la experiencia de los pasajeros en el interior de la estructura.
Basile Boiffils, director de Boiffils Architecture y responsable del proyecto, afirma: “Cuando participamos en el concurso, en 2018, nunca habíamos trabajado en el sector del transporte. Y esto supuso una ventaja: nuestra propuesta creativa estaba libre de prejuicios. Colaboramos con grandes profesionales de todo el mundo, desde Canadá al Japón, y su talento nos ha permitido dar vida a todo lo que habíamos imaginado. Ha sido un auténtico trabajo en equipo.”
El concepto del proyecto se inspira en la esencia de Singapur, una ciudad estado que se define como “ciudad verde”. Para crear un nuevo acceso que nos hiciera pensar en una ciudad jardín del siglo XXI, los proyectistas realizaron un auténtico jardín en el interior del aeropuerto, que se debía cruzar para entrar en la ciudad.
“Queríamos humanizar la experiencia en el interior del aeropuerto. Por nuestro trabajo nos lleva a estar constantemente de viaje, a volar frecuentemente, algo que no resulta especialmente placentero a causa de los procedimientos de embarque. El contacto con la naturaleza puede ayudar a relajarnos, por eso hemos intentado reducir la distancia entre arquitectura y paisaje, recreando un jardín en un interior”, apunta Boiffils.
Este concepto, que está presente en todo el proyecto y que ha contado con la participación de profesionales y empresas de todo el mundo, ha obtenido la certificación ecológica más prestigiosa de Singapur, el Green Mark Gold.
El trabajo con la vegetación y el paisaje –desarrollado en colaboración con Patrick Blanc, el padre del jardín vertical– insiste en una porción central del área de tránsito. Aquí se construyó un gran estanque con peces con una plataforma acrílica que produce la impresión de estar caminando sobre el agua, y de la que emergen rocas cubiertas de vegetación que se desarrollan verticalmente.
Para ofrecer un mayor confort a los pasajeros en tránsito, redujimos al máximo la posibilidad de desorientación y establecimos una conexión con el exterior. Los diseñadores –en colaboración con Moment Factory– decidieron instalar una pantalla que proyecta en el techo imágenes del cielo a tiempo real de acuerdo con parámetros meteorológicos.
El equipo de diseñadores también ha seleccionado minuciosamente materiales y colores: las distintas zonas, cada una de un modo distinto, se han realizado utilizando materiales naturales trabajados artesanalmente. Una paleta de cinco o seis colores captura los tonos minerales naturales y los armoniza con la vegetación. El espacio se ha convertido en placentero, se ha reducido el “ruido visual” sin renunciar a las pantallas y las fuentes de iluminación.
Por último, gracias a la tecnología de reconocimiento facial –que reduce el tiempo de espera en cada fase del embarque y así facilita la circulación–, el equipo pudo repensar los elementos divisorios presentes en el espacio, los hizo más abiertos a partir de líneas curvas y orgánicas que contrastan con la tendencia del diseño lineal que impera en los espacios aeroportuarios.
El resultado es un espacio aireado y amable, que se deja cubrir fácilmente con la mirada, que mejora la experiencia del tránsito y que reduce el estrés de los viajeros.
“Generalmente, cuando entramos en un aeropuerto, estamos expuestos inmediatamente al estruendo. Creo que el modo en que hemos proyectado este espacio ha contribuido a crear un ambiente tranquilo y equilibrado, hasta el punto de serenar a las personas que transitan por esta terminal; lo percibes tan pronto entras en este espacio, donde el impacto acústico es significativamente más bajo respecto a otros aeropuertos” añade el arquitecto Boiffils.
“Para este proyecto buscábamos un mobiliario con formas orgánicas, que estuviera en sintonía con el espacio: descubrimos que los productos Arper respondían perfectamente a nuestras exigencias y, al mismo tiempo, establecían un diálogo eficaz entre ellos”, prosigue el arquitecto Boiffils.
“Pensamos inmediatamente que la silla Colina, con sus formas orgánicas y sólidas, estaba en perfecta sintonía con el proyecto.”
Se trataba de ofrecer una experiencia confortable, más cercana a la que experimentamos en un hospitality que a la de un aeropuerto. La elección se decantó por la bancada modular Kiik: aunque cumple la función clásica de un asiento de aeropuerto, su estética delicada transmite una sensación cálida y confortable gracias a su cojín acolchado.
“También buscábamos elementos que asemejaran a guijarros dispersos en una superficie, un poco como si se tratara de un jardín japonés: gracias a la colección Pix y a sus formas orgánicas, logramos que este espacio transmitiera fluidez.”
Crditos
Proyecto arquitectónico y diseño interior: Boiffils Architecture
Arquitectura y consultora estructural: RSP
Proyecto técnico de iluminación: PhA Concepteurs Lumière
Proyecto paisajístico: Patrick Blanc
Estudio Multimedia: Moment Factory
Constructora: Takenaka
Foto: Changi Airport Group – Fabian Ong
Productos Arper: Colina, Kiik, Pix
Vendedor: Stylecraft